Nunca antes me entusiasmó tan poco la publicación de uno de mis libros. Llegó a mis manos el 22 de junio y solo verlo le desprecié. “Sos solo una compilación de historias contadas en un blog sin audiencia, con un formato decente, un título que dice poco y una portada que no se ve mal. Solo eso”.
Al principio lo esperé con ansia, pero el tiempo pasaba y pasaba y nomas no llegaba, porque la pandemia también se la toma contra los que publican libros y Amazon no considera esencial el trabajo de los escritores.
Para esa fecha el COVID-19 ya me había alcanzado y hacía estragos conmigo, no solo en lo físico, sino en lo mental: el miedo y la incertidumbre son inevitables para uno y por los de uno. De tal, terminé con un fuerte desgano por todo, un síntoma que me parece no está documentado.
Al libro lo tomaba, lo hojeaba, lo hallaba banal, lo tomaba de nuevo, lo ojeaba con poco interés y lo soltaba con desdén para abandonarlo por horas.
¡Qué raro es eso del coronavirus!
El otro día me lo encontré entra unas cosas que buscaba y el desdén ya no estaba. Me puse a leerlo y resulta que el libro se lee rápido, entretiene y me gustaron sus historias, pero puede ser que opine así porque yo las escribí.
Luego decidí que era importante tratar de convencerles de que vale la pena que dediquen algo de su tiempo para leerme y acá estoy, haciendo un pésimo trabajo por convencerles. Yo, al menos, con esta presentación no leería nada, pero no dudo que ustedes tienen mejor juicio que yo.
Así pues mi séptimo libro, al que ya quiero, está en Amazon en formato físico, que tarda mucho en llegar, y en formato electrónico que llega muy rápido, pero por ambos hay que pagar y eso siempre es una inversión arriesgada.
Hay menos riesgo si alguien me escribe y se lo mando gratis, en formato PDF, MOBI o EPUB. Yo me iría por esta opción, después de todo no hay obligación financiera por leer algo que no costó un centavo y el texto puede quedarse por ahí, olvidado.
Leaga debía morir es el cuento inédito que da nombre al libro. Y da cuenta del deber y el compromiso.
Qué debemos y a quién.
Quién nos obliga y por qué.
Yo por lo pronto ya escribí el artículo que sentí el deber de crear.
Gracias por leer… al menos este texto.
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